martes, 17 de enero de 2017

A tu entera disposición.


Si hoy decides buscar motivos para ser feliz, lo vas a tener muy fácil, porque haberlos, haylos, siempre los hay.
Si decides buscar razones para sentirte desgraciado, lo vas a tener igual de fácil, siempre las hay.
Así pues, cuando te despiertas, inconscientemente y en función de con qué pie te levantas, decides qué estado de ánimo es el que vas a alimentar a lo largo del día y en qué te vas a centrar, hasta el punto de que lo que no coincida con lo que quieres ver, te pasará desapercibido. 
Porque muchas veces la prioridad es tener razón, aunque la idea sea que la vida es una mierda, preferimos alimentar esa idea a comprobar que estamos equivocados.
Y, con esa decisión tomada, vas a salir a la calle, o te vas a pasear por la casa y verás belleza o verás fealdad. 
Te vas a cruzar con gente, y verás amabilidad u hostilidad, según lo que proyectes, pero si regalas sonrisas no puedes recibir agresividad y viceversa.
Nada de lo que ves es tal y como lo ves en realidad, todo es neutro. Eres siempre tú proyectando y percibiendo lo proyectado, sin darte cuenta del primer paso.
Todo está puesto para ti, para que lo utilices como quieras, para que lo uses como excusa para justificar su desdicha o para apoyar tu felicidad.
Sin embargo, curiosamente, la felicidad no suele requerir de apoyos, somos felices porque sí, sin saber muy bien los motivos. 
La insatisfacción, al contrario, se fundamenta en expectativas no cumplidas, en culpa, en prisas, en miedo... en ego.
Antes de empezar un nuevo día, plantéate qué quieres ver hoy y cómo te quieres sentir y, una vez tomada esa decisión, comprueba que todo lo que rodea lo han puesto para ti, a tu entera disposición, para que le des el uso que más te convenga, o que más convenga a tu ego.