martes, 19 de mayo de 2015

Perdonar Cum Laude

Tenía miedo de empezar mi blog con un tema tan controvertido, pero decidí, hará pronto dos años, que nunca más me permitiría tomar una sola decisión guiada por el miedo y, en esto, no hay excepciones.
Así que allá voy. 
Programa de Salvados, entrevista de Jordi Évole al ex etarra Iñaki Rekarte. (Por si alguien no lo ha visto, dejo aquí el link.
Después de haberla escuchado, he podido comprobar que, en las redes sociales, esta entrevista ha levantado un sinfín de ampollas, habiendo incluso gente que, de entrada, se ha negado a verla porque hay cosas que son, per se, "imperdonables". Por supuesto que, en esto, dejo al margen a los familiares de las víctimas porque creo que es imposible, por mucho que la expresión quede muy fina, ponerse en la piel de nadie, a no ser que seas ese alguien.
La cuestión está en ver qué hay detrás de la decisión de no perdonar. Supongo que es la propia palabra la que induce a error, puesto que se podría pensar que perdonar significa "entender los motivos del otro, justificar sus acciones, olvidar lo que ha pasado..." Si hay alguien que entienda por perdón todo lo anterior, acepto que, para esa persona, haya cosas que sean imperdonables. 
Sin embargo, según el proceso que emprendí hace un tiempo, perdonar no es más que estar en paz, sea lo que sea lo que tengas delante, sin necesidad de entender los motivos que lo provocan (incluso sin tener que conocerlos), sin tener que olvidar lo que ha ocurrido y nunca más volver a mencionarlo. Simplemente aceptar lo que ha ocurrido, ver inocencia en el otro, allí donde antes no veíamos más que culpa. Perdonar es seguir avanzando en la vida sin sufrimiento, dejando el pasado en el pasado y aceptando que el único instante que existe es el instante presente, el único en que podemos ser felices si lo miramos y aceptamos tal y como es.
¿Inocente un ex etarra? Sí. No porque no sea él el que ha asesinado a otros, sino porque, en el momento en que cometió esos asesinatos, no sabía lo que hacía (como tampoco lo sabían los romanos cuando crucificaron a Jesús en el famoso "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"). Inocente porque, de haber sido consciente de la realidad, no lo hubiera hecho. Pero él tenía su propia película montada en la cabeza, que le hacía verse metido en medio de una guerra, teniendo que elegir entre morir y matar. Por supuesto que él decidió hacer lo que hizo y nadie lo obligó. Y por supuesto que no hay justificación posible, pero es que no hay peor esclavo que el que se cree libre. Y él creía que decidía libremente, pero no. Solo decide libremente quien está libre de ira, rencor, odio, culpa, en definitiva, no hay libertad si hay miedo. 
Por lo tanto, él, desde su grado de conciencia, desde su visión de la realidad y del mundo, en ese momento, solo pudo decidir lo que decidió. Se equivocó, pero era inevitable que se equivocara. Pagó por su error, como era inevitable que pagara. 
Y, hoy, que es el único momento que tiene, 22 años después, es consciente de su inconsciencia de hace 22 años, pero la vida no tiene botón de rebobinar. Por lo tanto, si quiere seguir viviendo, tiene que perdonarse, sin paños calientes, mirando al toro de frente y reconociendo lo que fue tal y como fue. 
A mucha gente le ha faltado ver un poco de sufrimiento en su rostro, sin entender que, de haber sufrimiento, no se hubiera perdonado. El arrepentimiento no implica sufrimiento, lo que nos hace sufrir es la culpa. Y la culpa es el principal enemigo del perdón. 
¡Cuántas veces, sin llegar a esos extremos, hemos hecho cosas que, con el tiempo, hemos visto que no deberíamos haber hecho! Cosas que han hecho daño a otros, personas cercanas o no. O incluso a nosotros mismos. Y tenemos derecho (y es nuestro deber) a perdonarnos, a rectificar y a elegir hoy una respuesta más pacífica que la que elegimos ayer. No podemos estar eternamente pagando por nuestros pecados.
Con todos mis respetos a las víctimas del terrorismo, entendiendo perfectamente su postura, su dolor y su rabia.
Pero yo, personalmente, elijo perdonar. Si hoy no puedo, mañana lo volveré a intentar, pero mi voluntad es firme. Porque, si hoy no lo perdono a él, mañana no podré perdonarme a mí. Porque si decido ver culpa en los demás, nada podrá librarme de sentirme culpable. 
Por lo tanto, pase lo que pase, sea lo que sea, elijo perdonar. Elijo vivir sin sufrimiento.

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