miércoles, 13 de enero de 2016

Indispensable tener sentido del humor.

Muchas veces aparece el sentido del humor en el número uno de las listas de cualidades que todos desearíamos que tuviera una hipotética pareja. Y con razón, no hay nada más valioso (y raro de ver) para andar por la vida que el sentido del humor. 
El sentido del humor no consiste en hacer reír a los demás, eso es ser gracioso y se puede ser gracioso y carecer por completo de sentido del humor. Para mí, es la capacidad para afrontar los sucesos de la vida como lo que son, anécdotas divertidas. 
Desde bien pequeña, cada vez que me veía en una situación angustiosa (tipo tener que enseñar las notas a mis padres, que era lo más recurrente) me hacía la misma pregunta: "¿de esto, dentro de unos años, me reiré?". Y nunca, nunca la respuesta ha sido NO. Así que aprendí enseguida a relativizar y me di cuenta de que no hay nada tan importante como para tener que pasarlo mal. O pocas cosas.


Un experimento reciente ha demostrado que un hablante al que se manipula su voz para que suene más feliz, triste o con miedo, también varía de inmediato su emoción. Es decir, que si a mí me ocurre algo y cuando me lo cuento a mí misma o a cualquiera, el tono de mi voz es feliz, no me voy a hundir. En cambio, si dramatizo en la forma de exponer mi experiencia, me hundiré en la miseria. 
Un día, hablando con una mujer acerca de que cada uno interpreta su vida como quiere y, en función de esa interpretación, se siente feliz o no, me contestó "si tú me quieres decir que, por ejemplo, ayer que se me pinchó la rueda, yo tengo que pensar que no he tenido un día de mierda, paso de seguir con esto, porque eso es imposible". Es una opción, pero no es inevitable. A mí me ha dejado tirada el coche a la 1 de la mañana, cargado hasta los topes y con dos niños dentro y no es obligatorio hundirse, con llamar al seguro para que vengan a recogerte ya vale. 
Sin embargo, hacer de nuestra vida un melodrama es una opción como otra cualquiera, siempre y cuando tengamos claro que nosotros estamos creando nuestra realidad escogiendo una de las muchas opciones de interpretar la vida que tenemos a nuestro alcance.
Las cosas, simplemente, suceden y somos nosotros los que las convertimos(o no) en dramas.
En eso consiste para mí el sentido del humor, en escoger siempre la opción de la comedia en lugar del drama, porque pocas cosas hay en la vida de las que uno no se pueda reír, muy pocas. Y, sobre todo, consiste en reírse (y mucho) de uno mismo, de las cosas que uno hace en determinados momentos. 
El sentido del humor nos cambia la visión de todo, nos aleja de la amargura y de la tristeza, nos abre un amplio abanico de posibilidades porque la posibilidad de reírnos del resultado nos permite intentar más cosas, sin importarnos que lleguen o no a buen puerto; nos lo habremos pasado tan bien por el camino, libres de la obsesión del resultado, que éste ya nos dará igual.
El sentido del humor nos libera de los juicios propios y ajenos y nos hace dar permiso a cualquiera para que opine lo que le dé la gana de nosotros y nuestros actos, porque no nos vamos a tomar en serio la opinión de los demás.
Vamos, que cómo no vamos a dar prioridad, en la lista de cualidades, al sentido del humor. 

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