lunes, 5 de octubre de 2015

Mi primera vez.


El sábado llevé a cabo, por primera vez, algo que se estaba gestando con mucha ilusión desde antes del verano: ofrecer un taller en el centro penitenciario de Picassent. Y siempre intuí que la experiencia sería fabulosa pero ha sido algo que no puedo describir con palabras. 
Nunca en ningún otro lugar me he visto tan libre de juicios, nunca he sentido tanto amor por todo lo que estaba pasando. Y eso que pasaron muchas de las cosas que más odio en estos casos (aquello parecía a ratos un gallinero, no me dejaban hablar, se imponían unas a otras a base de elevar el tono de voz, comían durante la clase haciendo toda clase de ruidos, llegaron media hora tarde, se apuntaron 16 y vinieron 4...) Pero nunca he sentido de manera tan clara la perfección. 
Y fue gracias a que me quité de en medio. En cuanto vi entrar por la puerta a una niña de 24 años, Carla, que era todo amor, conseguí dejar de lado mis juicios, mis exigencias, mis expectativas, . 
Sus insolencias, sus interrupciones, sus provocaciones, todo lo que nos escupió a la cara nada más sentarse, su manera de hablar tan grosera, tan desafiante, no era más que una petición de amor. Estaba probándonos para ver hasta qué punto aquello era un espacio sagrado en el que poder abrirse sin miedo a ser juzgada y, de nuevo, condenada. 
Y, una vez lo comprobó, animó al resto a no dejarse nada en el tintero. Se abrió como una flor, contó su historia, sus culpas, sus carencias, sus miedos, su desesperación, su victimismo. 
En ese momento me di cuenta de que yo era ella. Mi escenario es otro, es cierto, pero nada de lo que Carla contó me era ajeno. Ni Carla, ni Isidra, ni Beatriz, ni Elisangela. 
Y, de nuevo, me reafirmo en la idea de la unidad, de que, mirándolas a ellas, me estoy viendo a mí misma. 
Así que gracias, chicas, por haberme enseñado tanto, en apenas 3 horas.
Y concluyo la entrada de hoy, en honor a vosotras, sumándome a eso de que "el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra". No penséis que los que estamos aquí afuera somos muy distintos de vosotras.

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