Ante
cualquier signo de conflicto, por pequeño que sea, me paro y observo.
¿Qué
pensamiento me separa ahora mismo de la Paz?
Observo
el pensamiento, reconozco su ilusoriedad, veo mi percepción, todo tiene origen
en mi mente, lo perdono, lo entrego, suelto el conflicto.
Observo
este momento, aquí y ahora, despojado de juicios, solo lo observo.
En
este instante nada falta y nada sobra. No hay sufrimiento, solo hay plenitud,
hay Paz. Esto es lo único que es real.
Todo
cuanto me separa de esta plenitud tiene origen en mi mente, no existe. Observo
el conflicto, veo como siempre tiene relación con hechos o creencias que no
existen. El pasado no existe, solo está en mi mente. El futuro no existe, solo
está en mi mente.
Respiro,
vuelvo a la plenitud de este instante. Me libero.
Entrego
mi mente a la Paz.
Solo
mis pensamientos me separan de la Paz. Lo siento y sonrío, pues solo de mí
depende cambiar mis pensamientos. Elijo en favor de la Paz. Elijo deshacerme
del conflicto.
Cada
vez que observo un pensamiento que me separa de mi plenitud, amablemente, lo
entrego a la Paz.
Dejo
de centrar mi atención en la ilusión, en lo inexistente, en el pasado, en el
futuro… y la centro en el único momento en que puedo elegir Paz: AHORA.
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